Fundación Española de la ciudad del Cusco
Un día como hoy 23 de marzo,
pero en 1534 Francisco Pizarro fundó la ciudad del Cusco. He a pues aquí el
presente artículo para esclarecer el recorrido que hicieron los conquistadores
dese Cajamarca hasta llegar la ciudad, quienes fueron sus primeras autoridades
y bajo que formas y condiciones se dio la fundación.
En este sentido los conquistadores
dirigidos Francisco Pizarro, Gobernador del Perú, el 11 de agosto de 1533
salían de Cajamarca y emprendían una “operación de suma trascendencia para
asegurar su conquista del Perú”, según refiere Martín Cuesta[1].
Al principio se dirigió con las escasas fuerzas que tenían Almagro y Soto a la
ciudad de Jauja, donde contaba con el apoyo de los Huancas (enemigos mortales
de Atahualpa), por estos lugares se encontraban las tropas de Quisquis - General
de Atahualp - que intentaron cortar el paso de los españoles, pero no tuvieron
mucha resistencia debido a que estaban desmoralizados y sin liderazgo por la
muerte del Inca Atahualpa.
Tras haber recorrido cientos
de leguas y pasado dos meses de viaje desde Cajamarca, los españoles recién pudieron
hacer su entrada en Jauja - situada a mitad del camino - el 11 de octubre de
1533. Cuesta, describe a Jauja de la siguiente manera: “es uno de los más
bellos y ricos de los valles andinos, cerca de un pajonal con una cristalina
laguna de nombre Paca”. En este valle de Jauja, Pizarro descansó tres o cuatro
días, “dejó allí a Alonzo Riquelme con algunos soldados y mando a Soto con unos
60 jinetes y un buen número de indios amigos que se adelantaran, como
vanguardia de su ejército, para ir limpiando el camino de enemigos y así
facilitar la llegada al Cuzco” (1983, p. 277. Tomo I). Hay que precisar que
Pizarro fue muy astuto al enviar a los indios delante de él, porque eran ellos
los que conocían los caminos, el ejército inca (estrategias de pelea) y sobre
todo no arriesgaba a sus tropas - que eran
reducidas en comparación del ejército Inca-, poniendo de carnaza a los indios
contra indios, lo que se convierte en una causa muy conocida por lo que fue conquistado
el imperio de los incas.
Según la descripción dada
por Cuesta y como el mismo refiere, a Pizarro le gustó mucho el lugar, pero no quiso
detenerse a hacer en Jauja ninguna fundación, más por el contrario siguió su
recorrido, ya que lo urgía conquistar la cabeza y el “ombligo” del imperio de
los Incas, para así consolidar su gobernación, tener el control absoluto del
Perú y sobre todo calmar sus ansias de riqueza, ya esta ciudad era muy rica, como
los veremos en la carta que el letrado Espinoza[2]
envía desde Panamá al Rey de España con fecha 1 de octubre de 1533: “era muy rica e abastecida de mantenimientos
e muy poblada”.
En tanto que Trujillo[3],
compañero de Soto, cuenta: “muy temprano llegaron a Vilcas y sólo encontraron
allí todos mujeres y algunos indios y la gente de guerra se había ido a hacer
un chaco (chacu) para atajar vicuñas, huanacos y fieras y matar las que
seleccionaban”. El Chacú, según Porras B., era una fiesta de montería incaica (…)
el estruendo producido por los gritos de los hombres y animales era ensordecedor
y se oía a leguas de distancia. Al enterarse de la presencia de los españoles,
la gran multitud de indios cazadores, que a veces, “cuando se hacía con
presencia del Inca, se llegaba a reunir de veinte a treinta mil, cayeron como
alud sobre ellos, obligándoles a refugiarse en la plaza con todas sus mujeres y
los indios que habían tomado como rehenes”. De acuerdo con Trujillo, la pelea
fue dura y la noche angustiosa, aunque sólo murió el caballo de Iñigo Tabayo. Al
día siguiente los indios cazadores vinieron de paz, con una bandera blanca,
hecha con las crines y cola del caballo y Soto en seguida les entregó todos los
rehenes y los indios se retiraron a sus casas y pueblos. Los españoles estaban
temerosos de que los indios vuelvan y no sabían si avanzar o esperar a Pizarro
y Almagro que venían tras ellos, finalmente decidieron continuar y no tuvieron enfrentamientos
con los indios, pasando así los ríos de Vilcas, Abancay y Apurímac, hasta
llegar a Limatambo (siete leguas del Cusco), donde permanecieron dos días.
Soto continuaba su gira
triunfante, pero al llegar a la cuesta de Vilcaconga, toda llena de piedras, “los
indios los atacaron de improviso con armas y piedras y de 40 caballos, mataron
a cinco e hirieron a 17”, según refiere Trujillo, el cual continua en alusión
al episodio: “a duras penas pudieron ganar la cumbre de una pequeña meseta
cercana. Y aquella noche estuvimos en mucho trabajo porque nevaba, y con el frío quejábanse mucho los heridos. Venida la mañana, Soto simuló una retirada
hacia la llanura, donde se repusieron y dieron de comer y beber a los caballos.
Y cuando asomaron los indios en su persecución volvió las riendas contra ellos,
mató a 20 y el resto de ellos se dispersó por las alturas cercanas. Y a media
noche sonó la trompeta de Alconchel – un rudo y buen soldado, comenta Porras-
El sonido de la trompeta reanimó a los conquistadores y amedrentó a los indios
que tenían acorralados a los españoles”. El domingo 09 de noviembre de 1533 en
cuanto vino el día los jinetes de Soto persiguieron a los indios causándoles varias
bajas, mientras tanto al atardecer llegaron los jinetes de Almagro para
apoyarles y finalmente el 15 de noviembre
de 1533 (tres meses después de su partida) pudieron entrar todos juntos (Soto,
Almagro y Pizarro) a la gran plaza del Cuzco, plaza llamada del Regocijo, según
refiere Cuesta[4].
Los españoles quedaron fascinados
por la belleza y el ornamento de la ciudad del Cusco, tal como lo describe
Trujillo[5]:
“y al fin entramos en el Cuzco; se pusieron en favor de los cristianos los
indios Cañaris y Chachapoyas (…) En el Cuzco se halló gran cantidad de plata,
más que no de oro, aunque también hubo mucho oro…”. Por otro lado Cieza[6] nos
hace del Cusco la siguiente descripción: “… De esta plaza salían cuatro caminos
reales:…el Chinchaysuyo…a la tierra de los llanos con toda la serranía, hasta
las provincias de Quito y Pasto. El 2° Condesuyo a las provincias sujetas a
esta ciudad y a la de Arequipa. El 3° Andesuyo va a las provincias que caen en
las faldas de los Andes. En el último camino, Collasuyo, entran las provincias
que llegan hasta Chile… Y en ninguna parte de este reino del Perú se halló
forma de ciudad con noble ornamento, si no fue este Cuzco, que era la cabeza
del imperio de los incas y su asiento real…; el Cuzco tuvo gran manera y
calidad; debió se fundado por gente de gran ser (…) Fue la más rica que hubo en
las Indias de lo que ellas sabemos”.
Instalados en el Cuzco,
saqueado la ciudad y apoderado de cuanto oro y plata pudieron, el 23 de marzo
de 1534 (4 meses después de haber
llegado) se da la fundación española de la Ciudad del Cusco, fecha que hoy
recordamos. La fundación fue dada por Francisco Pizarro y de la siguiente
manera según Cuesta[7],
“colocó en medio de la plaza la picota sobre unas gradas de piedra sin labrar;
sacó de su cinto el puñal, rayó las dichas piedras y desbarató uno de los lados
de la picota e hizo lo que indicado en señal de posesión. Fueron testigos el capitán
Gabriel de Rojas, Francisco Godoy, el capitán Juan Pizarro y Gonzalo Pizarro,
el Bachiller Juan de Balboa, Alonzo de Medina, Antonio Navarro y Fray Vicente
de Valverde. Con parecer del P. Vicente y del Contador Navarro señaló para
solar la iglesia una casa que estaba en la delantera de la plaza… y dio por
titular del templo a Nuestra Sra. de la Asunción. Señaló los límites de la
ciudad y mandó echar un pregón para presentarse los que quisieran asentarse
como vecinos de la nueva ciudad. Se presentaron 88, entre ellos Diego de
Almagro, Hernando de Soto, los dos hermanos del Gobernador (Juan y Gonzalo), el
tesorero Alonso Riquelme y el contador Antonio Navarro.
Al día siguiente, el 24 de
marzo se nombraron los alcaldes y regidores, siendo alcaldes ordinarios Beltrán
de Castro y Pedro de Candía y regidores: los hermanos del gobernador Juan y
Gonzalo, Rodrigo Orgóñez, pedro del Barco, Juan de Valdiviezo, Gonzalo de los
Nidos, Francisco Mejía y Diego Bazán (Vargas U.- Ob. Cit. p. 75).
En conclusión, el camino de Cajamarca
al Cusco no fue fácil, estuvo lleno de obstáculos y enfrentamientos, pero no
entre españoles e indios, sino como ya es sabido, indios contra indios, unos
que apoyaban a los venidos y otros al fallecido Atahualpa, estos últimos a
falta de su líder no estaban bien organizados. Por otro lado, los españoles
ingresan al Cusco gracias a los Cañaris y Chachapoyas (enemigos de los incas),
ya que sin ellos el recorrido hubiera sido más penoso, hubieran tenido más
bajas, demorarían más de tres meses en conquistar el curso, ya que no conocían
los caminos.
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