Nacido en el Distrito de Chontalí
Nacido de las entrañas de un pueblo escondido y remoto, que llevo guardado dentro de todo mi Ser, al cual no tengo mejor palabra que considerarlo como una maravilla, haciendo alusiva a su Flora, Fauna, Clima, a su Comida, su Geografía y todo el Ecosistema que lo compone, es como se dice, “El hombre forma parte de la tierra, y ella es parte de mí”, al igual que las de ustedes… Supongo!. La majestuosidad sé, que deja maravillado a visitantes foráneos ¡claro!: por su belleza natural; destacando en ellos los paisajes, cuya superficie está cubierta de llena y densa vegetación entrelazada de forrajes puros y naturales, los mismos que dan vida a plantas, animales y al hombre (principal destructor del hábitat). Esta tierra tan fascinante es conocida y se llama “Chontalí”. El acceso a esta tierra prodigiosa se da mediante un recorrido aproximado de 10 horas, partiendo de la ciudad de Chiclayo con destino a la cuidad de Jaén (6 horas Aprox.), y luego se toma carro (auto) con destino a la capital del distrito de Chontalí (3 horas Aprox.).
Escribo esto no con el fin de promociona al distrito, ni por alabar, lo hago porque es fundamental saber de donde venimos, para encaminarnos y saber a donde vamos, además es mi pueblo, pueblo que me vio nacer y que me acogió durante 16 largos y traviesos años.
Mi historia, comenzó un 16 de Junio de 1989, fecha en la que nací, teniendo como lugar específico el caserío de Miraflores perteneciente al distrito de Chontalí, provincia Jaén, Región Cajamarca, mis padres me comentaron que ingresé a la escuela a los 05 años de edad, pues yo casi no me acuerdo, además me dicen, que para ir a la misma me comportaba muy reacio, lloraba y hacía berrinches, pero con historias feas y bonitas terminé los 6 años de educación primaria, llegando a tener 11 años de edad.
Al siguiente año ingresé al nivel secundario, me matricularon en el colegio que estaba en otro caserío, más al Sur llamado “Rumisapa”;que proviene del quechua, "rumi", "piedra" y "sapa", "de sapo", que significa piedra sapa, para llegar a dicho colegio teníamos que caminar un tiempo aproximado de 2 horas (es decir despacio), la realidad era penosa, más aun cuando llovía, me acuerdo que mis padres nos despertaban todos los días a las 5 a.m. para ayudarlos en el caso de los varones en el cuidado del ganado y las mujeres a ayudar a la mamá en la cocina, debo acotar que en aquel tiempo existía el machismo, pero hoy ha disminuido considerablemente. Luego de apoyar en las actividades a nuestro padres, nos dábamos un lave a las 7.15 a.m., apenas lográbamos comer y salíamos corriendo con destino al Colegio al cual teníamos que llegar 8.15, hora de formación y pobre del que llegaba tarde, pues siempre el director del plantel nos castigaban.
Estando en el colegio, el escenario se normalizaba un poco, pero como cada cosa tiene su fin, la hora de salida era 1.30 p.m., entonces nuevamente teníamos que regresar a Miraflores (al Norte), para llegar a casa a las 2.30 p.m., no podíamos llegar tarde, porque sino éramos juzgados y hasta algunas veces castigados con látigo, en seguida se almorzaba rápidamente para luego ayudar a nuestros padres: los varones en el campo cultivando las plantas para la manutención, y la mujeres como se dice en la cocina. Venida la oscuridad se cenaba y nosotros teníamos que estudiar y hacer las tareas que nos dejaban en el colegio. El drama se repetía todos los días, con excepciones de los sábados.
Quizás ustedes dirán el fin de semana es para descansar, días que para mí, al igual que mis demás hermanos varones, era a la inversa, porque teníamos que trabajar todo el día ayudando a mi papá, ya sea con la habitual racuana o lampa, machete u otra herramienta de trabajo, situación que era más favorable para las mujeres porque ellas sólo ayudaban en el quehacer del hogar.
Sabemos que los días pasan, los meses y los años, yo crecí y me adapté a la rutina, es así logré terminar invicto y sin tanto esfuerzo los 5 años de educación secundaria, esto fue en el 2005, con una edad de 16 años, debo informar que me retrasé un año, porque mi papá, decía que muy chiquillo iba a terminar y que al estudiar educación superior tenía que decidir y proceder de forma más madura, además pensaba que se burlarían de mí en la ciudad, entre otras ideas y pensamientos propias de la cultura y cosmovisión del hombre andino.

Finalmente recordando mi cumpleaños, y reflexionando un poco pude comprobar que Dios me envió con una misión haya nacido donde haya nacido, pase de lo que pase, yo persistiré, lucharé, y se que he venido para quedarme, de hecho algún día tengo que morir, pero cuando muera “sabré que he vivido”
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